domingo, 26 de junio de 2011

¿Cachai (a) Redolés?

Se puede entrar por distintos lados: Redolés ex militante del Partido Comunista, expresso  político, exiliado, retornado, poeta, poeta rock, poeta (¿post?) punk. Si alguna vez alguien dijo que era el Bob Dylan chileno (y es cierto que durante un tiempo cultivó un look dylanesco) ahora ha ido derivando hacia una especie de Zack de la Rocha  chileno o como probablemente se encargaría de corregir el mismo Redo (título de un documental sobre vida y obra de Mauricio Redolés): en realidad, Zack de la Rocha es una especie de Redolés gringo.

 Cada vez más cerca del punk en la estridencia, el grito pelao. Sin dejar por eso ninguno de lo estilos que ha trabajado en estos ya más de 30 años de carrete creativo poético-musical: cumbia villera (antes de que se llamara así por estos lados), bolero, blues, cueca, salsa, canciones melódicas dulces y suaves que también las hay, aunque tal vez más en sus años mozos que ahora, y mezclas varias, muchas veces, en un mismo poema-canción. Todo esto siempre con una buena cuota de histrionismo. Los poemas de Redolés a veces se cantan, otras se  declaman, pero siempre se actúan. Cada canción-poema: una puesta en escena y el despliegue de un personaje. Poesía-música y teatro revoltijeados. Y humor. Faltaba consignar el humor. No siempre está pero, muchas veces, sí. Mordaz o tragicómico. Implacable.
 
Redolés, desde sus primeros trabajos, dejó en claro de que iba su poética. Se plantó en un escenario de algún acto cultural de esos de los 80 y declamó:  
 “hay viejos culiaos que no creen 
que en un poema se puede decir: viejo culiao. 
¡No importa! 
Ecribamos poemas llenos de groserías
y metámonos el espíritu en el bolsillo perro” 

 (tiempo después protagonizaría un escandalete en un programa de TV al pronunciar la palabreja aquella).

Quedó así establecido que el habla popular chilena (masculina, digámoslo) era la lengua que Redolés traía a la poesía y a la música. Que quede claro que no se trata ni de folklorismo ni de alguna forma de pintoresquismo. Folklorismo, pintoresquismo, son prácticas de alguien que está fuera de la lengua popular y, aquí, no estamos frente a un trabajo con la lengua popular sino desde ella.

Mauricio Redolés no desmiente ni oculta su parentesco literario con Nicanor Parra y bien podría hacer suyo este (anti) poema:
Durante medio siglo
La poesía fue
El paraíso del tonto solemne.
Hasta que vine yo
Y me instalé con mi montaña rusa.

Suban, si les parece.
Claro que yo no respondo si bajan
Echando sangre por boca y narices.
De Versos de salón (Santiago, Nascimento, 1962)



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